Identidades en la macrorregión paceña

Tres identidades societales fuertes conviven en la macrorregión La Paz.
La primera, latente en el Norte Grande, tiene como eje a la nacional/amazónica que utiliza como canal discursivo la necesidad de construir un modelo de Estado desburocratizado que empalme con la realidad de territorio vasto

La segunda identidad es la aymara/exclusiva, propia del área del portal lacustre Titicaca, con influencia en la zona campesina cocalera de los Yungas; en esta identidad existe una confrontación permanente del modelo de acción política de grandes colectivos como lo son el campesino y el indígena aymara.

La identidad con mayores posibilidades de expansión para el siguiente ciclo de cuatro años será la aymara migrante cuyo epicentro es la zona urbana y periurbana de la ciudad de El Alto. Esta identidad es más abierta a acciones políticas masivas por incorporar en su forma de interacción la necesidad de integración de mercados y el progreso acelerado.

La ciudad de El Alto, por su proximidad al espacio urbano de la ciudad de La Paz, reproduce en las propuestas de sus representantes las dinámicas de desarrollo, progreso y construcción de metropolitanización, para la superación de problemas estructurales que la aquejan desde su creación y expansión en la década del 90 del siglo pasado.

Para la sustentación de su desarrollo, El Alto, como espacio político post-abril 2010, se nutre de tres líneas de acción; la primera consiste en no arriesgar su vínculo con el hipercentro oficialista y fortalecer su relación a partir de la movilización de fuerzas de presión primarias (juntas vecinales, organizaciones estudiantiles de la UPEA) en apoyo de iniciativas de contención del modelo de descentralización o el proyecto oficialista de nueva institucionalidad masiva. 

Una segunda línea trabaja la posibilidad de reproducir el modelo de gestión diferenciada a iniciativa de concejales del MSM. A partir de este modelo se pretende reconstruir el poder del Concejo Municipal dentro del contexto de autonomía local, buscando además generar un relacionamiento de protección mutua entre los gobiernos municipales de La Paz y El Alto para disminuir los espacios de alta tensión como lo son los límites distritales, tratamiento de la basura y abastecimiento de agua.

La tercera línea busca la consolidación de la identidad alteña desde la experiencia de la productividad y la superación de las barreras ideológicas, sociales y de género. Para ello, la figura central de Soledad Chapetón se transforma en un modelo referencial de superación. Ese modelo se busca reproducir en otras líderes, desde la acción de búsqueda y promoción desde las “casas” de capacitación de UN.

Para el MSM, se abre el horizonte de la consolidación de su proyecto de gobiernos locales modernos desde la experiencia del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz. A partir de su presencia ganada después de los esfuerzos de abril 2010, el trabajo de organización partidaria usa el eje de la gestión local diferenciada; para ello, los recursos humanos formados en diez años de gestión municipal deben ser trasladados a mayor velocidad, en comparación con el ritmo en que se pueda mover la negociación por infraestructura o recursos que despliega el hipercentro oficialista a través de la administración regional (gobernación) o los equipos de planificación legislativa (Brigada parlamentaria de La Paz) en los que éste tiene su fuerza concentrada.

Para el MAS, como fuerza única representativa del hipercentro oficialista, la posibilidad de las aperturas de los gobiernos locales en las zonas detectadas como disidentes (a partir de los resultados de abril 2010) en el Norte Grande, pero sobre todo en el sector borde lacustre Titicaca y Yungas, le plantea la necesidad asumir el papel de contención de estas fuerzas, que descontentas con el relacionamiento (léase cuoteo) en la administración central buscan una nueva plataforma desde su radicalidad para crecer como bloque político; para las acciones de contención, el hipercentro oficialista necesita desplegar en territorio tres herramientas , dos efectivas y una en permanente evaluación negativa. Las dos primeras son las direcciones de gestión de infraestructura de la administración regional (la Gobernación) y el equipo de construcción de planificación legislativa (brigada parlamentaria); la tercera, cada vez menos confiable, es el equipo de intervención ministerial, que probó en los conflictos del portal Yungas (Caranavi, Mayo 2010) ser sobrepasado por la figura presidencial al atender demandas y contener conflictos sociales; la sobredimensión de la solución vía coerción institucional deja un déficit muy complejo para el hipercentro oficialista y lo sitúa en desventaja frente a la alianza disidente de Villca, Quispe, Escóbar y Loayza (julio 2010).

Tres momentos marcan la construcción de las barreras de resistencia hacia el hipercentro oficialista en el portal Lago-Yungas; el primero se presenta durante la campaña para las elecciones de gobiernos locales y departamentales de abril 2010, periodo en el cual la necesidad de restarle valor a la presencia de líderes como Lino Villca y Felipe Quispe detona en las fuerzas oficialistas el discurso de la traición y el ocaso de los disidentes; el costo de esta estrategia se verá reflejado en la pérdida de espacios de gobiernos locales tanto en el cinturón cocalero de Yungas como en el perímetro de fuerza campesina de Achacachi. El segundo momento se activa cuando el equipo interministerial desconecta los mecanismos de comunicación adecuada para frenar la ola de cortes y bloqueos de las poblaciones del Norte y opta por la fuerza desproporcionada del Estado para restablecer la paz en las acciones de Caranavi 2010 y, la última escena, se materializa en la construcción de una alianza entre Villca y Quispe, fruto del descontento de la actuación de la administración nacional que construye desde julio 2010 una opción política ciudadana de barrera.

Esta barrera está armada estratégicamente en dos líneas de fuerza: la primera es la pared etnocampesina que, desde el liderazgo de Felipe Quispe, hace contrapeso a la figura hipercentralista del senador Eugenio Rojas en el escenario borde lacustre de Achacachi. La segunda pared es la etnococalera, administrada por la figura de un histórico como lo es Lino Villca, quien desde su acción rompe las operaciones políticas del senador Fidel Surco, quien desde la plataforma yungueña buscaba convertirse en el sucesor presidencial de mayor consenso; ambos líderes, Villca y Quispe, logran aislar al hipercentro oficialista circunstancialmente del Norte Grande de la macrorregión La Paz y bloquear interlocutores regionales representativos de la fuerza social del MAS.

Yerko Ilijic es cientista social.

La Prensa

  1. No comments yet.

Este es un espacio libre de opinión, tu puedes comentar lo que tu quieras siempre y cuando respetes a los escritos y los propietarios de contenidos

Entrada más reciente

Entrada antigua